La familia de Pascual Duarte (1942) de Camilo José Cela | Micro reseña
“La importancia del lector en la obra” por Enrique Vega
La familia de Pascual Duarte es una obra peculiar e interesante. Es palpable la motivación del autor por introducir al lector dentro de un juego narrativo donde los huecos de la narración fungen en dos direcciones: por un lado, como un espacio donde el lector debe de reunir información dentro de la obra para darle solución al enigma; por otro, una manera de transmitir al espectador una clase de verosimilitud a los hechos que se están presentando. Siendo en su totalidad la obra una especie de recopilación de textos que realiza un transcriptor anónimo que busca la verdad dentro de la vida de este singular y muy despreciable personaje. Esto último, me hace puntualizar otro elemento que considero esencial dentro de la obra: los múltiples narradores que entran en juego.
Por lo menos puedo identificar a cuatro: Pascual (narrador homodiegético protagonista), el transcriptor (narrador homodiegético), Santiago Lurueña (mediante su testimonio) y Don Cesáreo Martín (lo mismo que el anterior). Cada personaje funge como parte esencial para construir la trama, la cual se encuentra fragmentada debido a que la fuente principal (Pascual) es un narrador poco fiable, ya que parcializa la información conforme a su conveniencia. La obra logra utilizar este recurso para que, como lectores, constantemente busquemos los espacios para encontrar inconsistencias dentro de los acontecimientos presentados. Esto nos demuestra que la novela requiere de una participación activa donde se utilicen recursos ficcionales que esclarezcan ciertos elementos que no están completamente dados por el texto. Podemos observar que inclusive la propia obra nos sugiere esto a partir de la “otra nota del transcriptor”: “[…] pero lo cierto es que, como no ocurrió, la laguna que al final de sus días aparece no de otra forma que a base de cuento y de romance podría llenarse, solución que repugna a la veracidad de este libro.”.
Debido a esta situación, considero pertinente realizar un análisis entre los dos principales narradores: Pascual y el transcriptor. Cuyo diálogo indirecto entre estos dos personajes marca profundamente la percepción que tenemos los lectores del texto.
Pascual: “En la boca del que mentir acostumbra, es la verdad sospechosa.”
Como lo mencione anteriormente, el protagonista resulta un personaje cuyo testimonio es cuestionado por las inconsistencias de los sucesos. Puedo de poner de ejemplo el caso de los asesinatos realizados por él, los cuales siempre son narrados de forma sumamente ambigua (con excepción de su madre naturalmente, ya que no afectan la intención del personaje para escribir sus folios [enviar un texto a don Joaquín Barrera López; amigo de don Jesús]):
“Es de noche, pero por la ventana entra el claror de la luna; se ve bien. Sobre la cama está echado el muerto, el que va a ser el muerto. Uno lo mira; lo oye respirar; no se mueve, está quieto como si nada fuera a pasar. Como la alcoba es vieja, los muebles nos asustan con su crujir que puede despertarlo, que a lo mejor había de precipitar las puñaladas. […] Está dormido, bien dormido; ni se había de enterar…”.
En esta cita que rescato podemos observar el asesinato de don Jesús González de la Riva, cuya revelación y esclarecimiento del sentido de esto es revelado en su totalidad por Don Cesáreo Martín (fuera del relato escrito por el protagonistal) que recuerda a Pascual haciendo penitencia por haber matado a ese hombre (puedo señalar que inclusive el transcriptor esclarece esto en el epitafio antes del relato, pero debido a la posición en que el que se encuentra en el texto es difícilmente reconocible). Podemos observar la falta de información que se emplea, provocando finalmente que como lectores desconfiemos de la palabra de este personaje. Cela, a partir de consecuentes esbozos a lo largo de la obra, inserta secciones donde Pascual revela sus verdaderas intenciones y deja de lado aparentar enfrente de su futuro interlocutor, siendo en el final de la obra su máxima sinceridad demostrada:
“El día que decidí hacer uso del hierro tan agobiado estaba, tan cierto de que al mal había que sangrarlo, que no sobresaltó ni un ápice mis pulsos la idea de la muerte de mi madre. Era algo fatal que había de venir y que venía, que yo había de causar y que no podía evitar aunque quisiera, porque me parecía imposible cambiar de opinión […]”.
Finalmente el narrador homodiegético protagonista pasa a ser un personaje bajo el foco punitivo de todos sus lectores (inclusive los demás personajes de la obra), siendo una clase de empequeñecimiento y alejamiento al protagonista en la totalidad de la obra. Provocando que finalmente se limite como un sujeto de análisis.
Me encantaría profundizar más sobre el debate que se inicia a partir del texto de Pascual sobre la influencia de factores que proporcionan la condición de miseria de las personas, sin embargo, lo trataré más adelante en otro artículo.
Transcriptor: un observador que dota de sentido
La contraparte y, inclusive, puedo afirmar, quién abarca todos los testimonios y tiene la batuta de la composición del texto es el transcriptor anónimo. Cuya función se encuentra al principio y al final de la obra, siendo una clase de mediador entre los testimonios finales y los folios de Pascual. Inclusive podemos observar un carácter punitivo en la “Nota del transcriptor” con respecto a las acciones del protagonista, dotando a este personaje inclusive una opinión propia de los acontecimientos de la obra. De esta manera, ambos narradores interactúan a partir de los acontecimientos que se relatan y se contradicen, siendo un juego donde la trama se construye paulatinamente a través de elementos fuera del texto “principal”. Esto ha su vez es algo innovador, ya que Cela utiliza un género discursivo (científico) ajeno a lo literario y lo ficcionaliza para aportar veracidad a la novela. Un recurso que autores posteriores (por ejemplo, Julio Cortázar con Rayuela) utilizan para dotar a la obra de una clase de “soporte” más allá de la producción literaria y desautomatizando el texto a ciertos cánones que se les relaciona al género novelesco (entendible por el desarrollo de la vanguardia en la literatura en la segunda guerra mundial). Es necesario que puntualice que hasta cierto punto es limitado el manejo de la narración del transcriptor, ya que su papel aparentemente “secundario” reafirma la estructura del texto, pero no parece que se presente una conclusión real que permita comprender las implicaciones del personaje Pascual y su relación con el mundo del lector. De este último punto, se puede objetar que la obra al pertenecer a una época histórica donde al lector se le debe cifrar los mensajes para tener una participación con el objeto literario; no necesita concluir nada, ya que traicionaría su principal objetivo. A esto respondo que debido al carácter realista y mundano que intenta transmitir (aunque se nos advierte al principio de la obra que está modificada para evitar secciones innecesarias y grotescas) la novela es pertinente que la posición del transcriptor sea más marcada para poder lograr un efecto total de comparación entre estos dos personajes.
Como conclusión, La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela es una obra donde se le dota de una suma importancia al lector, ya que a partir de su participación activa (organizar la trama de la obra comparando los elementos dados por los dos narradores) dotan de sentido el conjunto de elementos presentados e invita a la reflexión de un personaje que, en las palabras del transcriptor, “es un modelo de conductas; un modelo no para imitarlo, sino para huirlo; un modelo ante el cual toda actitud de duda sobra.” La obra consigue su objetivo y su propuesta estética es interesante, pero puede complejizarse más mediante la incorporación de comentarios adicionales del transcriptor.
9/10
(Nota: Reseña sujeta a revisión más adelante. No estoy completamente satisfecho con el análisis planteado.)
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