Algunos pensamientos sobre tres obras de Horacio Quiroga | Opinión

A partir de la somera lectura de tres cuentos de Quiroga (A la deriva, La lengua y El almohadón de plumas) surge una pregunta dentro de mí: ¿Este es uno de los cuentistas más importantes de hispanoamérica?

Mi intención no es ser un pretencioso que generalice la crítica de la producción literaria de Quiroga, pero desde mi perspectiva como lector es sumamente evidente algunos errores que destruyeron completamente la suspensión de incredulidad. Para esto realizaré un análisis seccionado y rescataré los elementos que estropean la experiencia estética. Mi intención no es realizar un análisis destructivo del autor, sino poner de manifiesto errores que considero son evidentes e injustificables. Haciendo un ejercicio de Captatio benevolentiae, solo quiero reafirmar que no soy nadie para realizar una crítica sólida a Quiroga y solo es un ejercicio de crítica estudiantil, espero que algo de estás palabras se pueda sacar provecho y acertar en algún punto de vista con más experiencia que la mía.



Esta claro que la pretensión de las obras es provocar terror o rechazo a la situación que se está presentando. Los sucesos narrados siempre incluyen elementos de misterio que aparentemente son normales, pero que desentrañan secretos que perturban al lector.

Al hacer está introducción, únicamente quiero resaltar que el problema de las obras no se encuentra en su contenido, sino en la ejecución y construcción de la obra literaria. En algunos casos, el autor construye los sucesos a partir de un concepto (la lengua o una mordedura de serpiente) o un elemento que se mantiene oculto hasta aparecer como el núcleo de la narración (el almohadón), ante esto, Quiroga utiliza constantemente alusiones a lo mundano del objeto y lo abominable de sus consecuencias. En A la deriva es palpable la incapacidad de la obra de inducir al lector en un estado de pánico debido a que la condición narrada es sumamente normal (el desencadenamiento) y no engloba en ella ninguna anomalía que provoque extrañamiento en el lector. Renuncia a lo fantástico del concepto y permanece en lo mundano que impide una relación real entre lo narrado y la realidad del lector (elemento importante para provocar terror, por cierto). Por otro lado, en La lengua se logra ese enlace antes mencionado, pero Quiroga por intentar reforzar la metáfora de la lengua que se multiplica por los rumores, obliga al lector a prestar atención en ese elemento cuando el dinamismo narrativo exige completa atención en la imagen visual que se intenta transmitir.

Considero que El almohadón de plumas logra este objetivo con relativo éxito, ya que al guardar el objetó perturbador hasta la revelación final posiciona lo mundano (el parásito del almohadón) en algo posible en el mundo del lector. Afirmó que posee un éxito relativo, ya que el objeto está estrechamente relacionado con la realidad histórica del lector: actualmente (siglo XXI) es sumamente difícil encontrar almohadones de plumas comúnmente en las casas de las personas. Por ende, el objeto que aparentemente parece mundano se proyecta cronológicamente fuera del tiempo del lector.

Es importante que se universalice el objeto de terror incluyendo elementos ambiguos que incentiven a la imaginación del lector (por ejemplo, ser simplemente una almohada).

Es común que a Quiroga se le relacioné con Edgar Alan Poe por lo mencionado anteriormente, sin embargo el autor estaunidense logra está relación, ya que retoma elementos sumamente universales (un gato negro o un cuervo) y, a partir de esto, construye su mundo ficcional que logra diluir la barrera entré lo fantástico y realista.


Los detalles señalados sólo estropean el producto estético a tal punto que mi suspensión de la credibilidad se diluye y causa un extrañamiento. Esto, deja entredicho la concepción hegemónica del escritor uruguayo como un narrador de gran habilidad.

 

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