Viaje del Parnaso (1614) de Miguel de Cervantes Saavedra | Reflexión

 

Cervantes y los tiempos venideros de la poesía

Como suele pasar con Cervantes, únicamente puedo limitarme a escribir una pequeña reflexión sobre mi experiencia estética con sus obras. Entiendan mi posición, queridas y queridos lectores, resulta amenazante y avasallador la cantidad de elementos que se pueden rescatar entre las líneas de sus textos: erudición, composición e ingenio se conciertan para presentar obras de calidad titánica. Hoy, me atañe una de sus composiciones menos populares, pero muy alabadas por la crítica especializada: Viaje del Parnaso (1614).

Iniciaré con una afirmación: Cervantes era consciente que la anhelada Fama no tendría consideración con sus obras.  Podemos observar en toda la composición un frecuente vaivén entre cuatro elementos que configuran el discurso: crítica, autoafirmación, ordenanzas y advertencias. Todo esto dirigido a la poesía, a su producción, a su escritura y al habitus de quienes desarrollaban ese privilegio de las letras.  El autor alcalaíno, consciente de las condiciones en las que se estaba dirigiendo la poesía de su tiempo (alejada cada vez más para él a la posibilidad de fama), siente la necesidad de poder alzar la mano y proponer su propia concepción sobre la poesía: las barreras entre composiciones italianizante y de tradición castellana deben de desaparecer. No por nada parte de la victoria de los poetas ilustres fue el canto de Apolo armonizando ambas posturas compositivas y así dándole un fuerte golpe a los poetas mediocres. Es común en las obras de Cervantes una tendencia a disfrazar el discurso a través de elementos que distraen al lector, mas esta vez podemos observar que claramente las afirmaciones se encuentran a simple vista.

Podría enumerar bastantes elementos en la obra que considero son piezas claves para la interpretación de esta, mas quiero condensar dos que prácticamente pueden resumir la producción literaria de Miguel de Cervantes: la primera consiste en la afirmación de que la poesía se caracteriza siempre por ser alta y siempre sirve a los grandes ingenios, prácticamente se asevera en un carácter de segregación respecto al quehacer literario, ya que no cualquiera puede ejercerlo y mucho menos recibir frutos de adulación y fama. En lo anterior podemos observar unas de las principales críticas realizadas por el texto hacía los autores que resultan elogiados por sus obras cuando realmente son de escasa calidad, todos ellos pueden gozar de esto ya que poseen una posición de poder monetario o político que les permite sortear ciertos inconvenientes sistemáticos. En esto se reafirma la posición de Cervantes de una sociedad impulsada por la virtud del sujeto (cualquiera puede llegar a ser nombrado como divino sin importar que no haya escrito una gran epopeya) y no de la riqueza (no porque la obra esté dedicada un monarca la convierte en buena). Es divertido leer como el texto se mofa constantemente de estos personajes por vanagloriarse y se le implementan castigos sumamente rigurosos por atreverse a defender una causa perdida. La segunda pieza clave consiste en la aseveración de que la obra literaria cervantina debe posicionarse y catalogarse con carácter de virtuosas, proponiendo más allá de una simple reinterpretación de los géneros, sino una reinvención de lo concebido hasta ese momento en la literatura.

Disculpen si entre mis letras se entrelucida una clase de cariño infantil por esta obra. Para mí es imposible no interpretar que Cervantes dejó en la presente obra ciertas pautas para que los mozos que aspiran poder componer obras de calidad (como mi caso) no tuvieran tantos tropiezos como él y fueran reconocidos con el tiempo. La considero como una clase de despedida a todos sus futuros y contemporáneos colegas del quehacer literario donde la burla y la ironía debe mantenerse cuando toda la industria de producción literaria parece que se dirige a sostener obras olvidables.

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